lunes, 23 de agosto de 2010

Homofobia


Cierto es que la maldad y la ignorancia humana tienen la desagradable capacidad de sorprenderme cada día. Cuando creo que todo lo visto o escuchado ha alcanzado lo posible o probable de suceder, a la vuelta de la esquina aparece algún desalmado con alguna nueva tropelía para mi ya extenso catálogo de acciones grotescas vividas por mi o por mis allegados. Hace ya unos días un amigo y compañero fue agredido en plena calle por unos individuos. Hasta aquí, y por desgracia para los tiempos que corren, todo normal. Las agresiones con motivo de robo, venganza o simple confusión etílica están al orden del día en cualquier país civilizado, moderno y democrático. Ahora bien, los motivos que llevaron a estos individuos a cometer tal acción sí merecen consideración, aclarando que "merecer" se utiliza en este caso en su acepción de "digno de lo que corresponde" y en ningún caso de "hacer méritos o ser digno de recompensa", como más adelante los propios lectores podrán comprobar. Resulta que los asaltantes se sentían ofendidos por el hecho de que mi colega y su compañero eran, son y serán homosexuales, a no ser que ellos decidan lo contrario y en ningún caso influidos por algún tipo de imposición a cargo de terceros como la que aquí se describe. Resultó esta circunstancia (hablo de la presunta ofensa, y no de la condición, por supuesto) excusa, motivo y origen de los acontecimientos que desencadenaron en la hospitalización de las víctimas y la huída de los agresores, acto de cobardía que no me sorprende en aquellos que, pese a creerse defensores de la hombría y paradigma del valor y entereza que esta requiere de los que de ella presumen, eran muy superiores en número a los agredidos, como suele acontecer en este tipo de actos vandálicos, pues parece que lo cobarde y lo reprobable van de la mano más a menudo de lo que pensamos. El protagonista de esta historia, mi compañero, pues aunque protagonizar suele asignarse a aquel que desarrolla las acciones y no el que las padece me niego a otorgar ese calificativo a calaña como la que salió huyendo de esta historia y de otras que por desgracia están por llegar, descansa ahora en una camilla en compañía de sus amigos y familiares con fuerzas y ánimo suficientes para, no solo dejar el rencor de lado, sino hacer bandera del humor inherente a su profesión esgrimiendo una piruleta multicolor símbolo de la libertad sexual que, pese a quien pese, por el momento otorga este país a sus ciudadanos. Muchos son los que piden todo el peso de la justicia para los malhechores, piden barrotes y cadenas, y confunden conveniente con necesario. Lo cierto es que la justicia ya ha sido impuesta, pues si nuestro protagonista ahora se recupera de las lesiones sufridas, refiriéndome únicamente a lesiones físicas, pues tales actos no pueden hacer muesca en la moral de acero que el mencionado posee, los agresores ahora se enfrentan, o bien al peso del arrepentimiento que se desencadene tras la recapacitación de lo ocurrido, y no hay castigo más cruel que este pues es a uno mismo al que más difícilmente se perdona en cuestión de actos de este tipo, o bien a la tragedia de asumir que ven lo realizado como correcto, lo que significaría que bastante castigo ya tendrán estos desalmados por ser como son. Poco antes de estos hechos mi amigo y compañero había recibido un merecido (y en este caso "merecer" sí lleva la acepción antes negada) premio en un concurso de comedia de reconocido prestigio. La entrada que con estas palabras termina va dedicada a aquel que no sólo gana premios en los escenarios, sino que también cuando de ellos se baja premia al resto con sus actos, y por ello forma parte de esa gente a la que nunca faltará hueco en el cariño, memoria y afecto de los que le rodean, en contraposición a aquellos que rápidamente se olvidan, en parte gracias a su oportuna huída.

Al igual que la violencia y la intimidación jamás podrán privar a las personas de su libertad en cuanto a condición sexual, tampoco podrán cambiar las arraigadas costumbres de este blog, por lo que me despido con un video de un cómico. En este caso se trata de Pablo Francisco, cómico norteamericano de origen chileno que muchos consideran como el mejor humorista de stand-up del momento, entre ellos el que me recomendó echar un vistazo a su trabajo, Carlos Aguilera. Lo cierto es que he encontrado cosas muy simpáticas y de elevada calidad como la que aquí os dejo, en este caso hablando del "porno blando" (esas películas de sexo en las que irónicamente no se ve el acto sexual en sí). Si a alguien le parece un tema escandaloso o se siente ofendido por la libertad que se toma este cómico de hablar de temas de tal índole... que se joda, porque Pablo Francisco vive demasiado lejos como para pagarse un viaje en avión entre tantos para darle una paliza y salir huyendo...