martes, 22 de febrero de 2011

¿Cómo se puede tener tanta cara?


Imagínate que en tu edificio vive una mujer maltratada. Vive atemorizada, agredida y sometida a un individuo sin escrúpulos. Tú, en lugar de mover un dedo por ella, y siendo perfectamente consciente de la situación, te dedicas a hacer la vista gorda. Pero aún vas más allá. No contento con tu pasividad, vendes armas a tu vecino para mantener ese deplorable status quo familiar. Y lo haces porque, aunque el tipo es un hijo de puta, respalda tu economía con ciertos negocios turbios, por lo que tu indiferencia se convierte en un requisito básico para el enriquecimiento mutuo. Él sigue con su "terror hogareño" y tú engrosando tu cuenta bancaria. Todos contentos. Un buen día, y en un loable acto de valentía, tu vecina maltratada acude a comisaría a relatar con pelos y señales las vejaciones a las que ha sido sometida por tu compinche. Ocurre lo inevitable: tu "socio" sale por patas. ¿Qué haces tú? ¿Morirte de vergüenza? No. Compras un ramo de flores y vas a casa de tu vecina: "Me alegra que hayas dado ese paso. No sé cómo has aguantado esa situación tanto tiempo. Ese tipo era un cabrón despreciable. Quiero que sepas que si algún día necesitas cualquier cosa..." ¿si en ese momento recibieras un balazo en los huevos... te extrañaría? ¿Cómo se puede tener tanta cara?

Pues esto, amigos, pero extrapolado al Magreb, es lo que estamos haciendo los europeos en nuestra postura ante las revueltas del mundo islámico contra los dictadores norteafricanos. Llevamos un siglo enriqueciéndonos con esos dictadores a los que ahora, de repente, repudiamos. "¡Viva la democracia! ¡Libertad a los tunecinos!". Ahora... ¿no?... ahora... Es asombroso cómo han cambiado los términos en nuestros propios medios de comunicación. Cuando se construían gaseoductos, cuando se vendían armas, cuando se "trapicheaba"... eran "presidentes". Ahora que caen como moscas son "dictadores". Me pregunto si la gente está dispuesta a seguir aguantando tanta hipocresía. Recuerdo que cuando era niño y veía La Guerra de las Galaxias siempre me preguntaba: "Los soldados del Imperio... ¿no se darán cuenta de que son los malos? ¿por qué no tiran las armas y dejan que ganen los buenos?" Luego te haces mayor y te das cuenta de que cuando vives de puta madre no te preguntas si eres de los buenos o de los malos... de hecho te autoconvences: "En la vida no hay buenos ni malos, eso es una postura tan infantil... el mundo es demasiado complicado para resumirlo en una visión tan simple, bla bla bla...". Si algún día te ves divagando de esta forma para excusar a tu gobierno de algo tan evidente... no lo dudes... ERES DE LOS MALOS.

Siento mucho si alguien se siente ofendido por atacar su patriotismo europeo o español pero no me retracto de lo dicho. Es más, ni siquiera soy un patriota ni creo en ningún tipo de sentimiento nacionalista, ya sea gallego, español o europeo. Yo sólo creo en la gente justa, lo cual por desgracia no engloba a todo el ser humano. Creo en comunidades de hombres que se unen por un bien común, no por el bien de cuatro peces gordos del petróleo, la industria informática o el cemento. ¿Mi opinión acerca de patriotismos y nacionalismos?... Creo que las mil palabras de esta rutina del cómico Doug Stanhope valen más que una imagen...

viernes, 11 de febrero de 2011

Los Juegos Olímpicos del Humor


Primero un poquito de historia: Los antiguos Juegos Olímpicos (siglos VIII a IV antes de Cristo) nacieron como una competición religioso-deportiva de espíritu amateur. En Olimpia se reunían los ciudadanos adinerados para divertirse y honrar al Dios Zeus con sus habilidades deportivas, que iban desde lanzar un disco hasta la lucha o la carrera de carros. Todos los participantes acudían a casi todas las pruebas y el público disfrutaba viendo como un año ganaba un menda y al siguiente ganaba otro. ¿Por qué desaparecieron en el siglo IV antes de Cristo? La respuesta es: profesionalización. En los comienzos, ganar una prueba significaba únicamente recibir una corona de olivo (de laurel si ganabas los de Delfos y de pino si habías triunfado en Corinto), en otras palabras: reconocimiento. Sin embargo, pasados los siglos, a algún tipo se le ocurrió una brillante idea: pagar a los vencedores. La idea era abandonar el elitismo de la competición y acoger en la misma a las clases sociales bajas, que acudirían en tropel a competir para ganarse el pan, y que antes no podían permitirse el lujo de pasarse una semana en Nemea sudando sangre para volver a casa con una corona de apio. De repente los gimnasios abrían sus puertas a la plebe. Había nacido la profesionalización del deporte, y con ello... el principio del fin. Los participantes ya no disputaban varias pruebas, cada uno se especializaba en una modalidad concreta, y así nacieron los marulotes especialistas en la lucha y los escuálidos que corrían largas distancias. De repente los ganadores ya no se alternaban tanto como antes y, aún encima, empezó a erguirse sobre el mundo del deporte todo aquello que trae el mundo del dinero: competiciones amañadas, entrenadores pidiendo sueldos abusivos, sobornos... Entre la monotonía de los resultados (empezaron a aparecer los antiguos Bolts y Phelps) y la turbidez que dejaba el dinero en el ambiente ocurrió lo inevitable: el público se aburría y el espíritu inicial se perdía. Los juegos olímpicos, en consecuencia, desaparecían...

¿Y qué tiene que ver todo esto con la comedia? Tiene que ver que, como en el caso del deporte, existe en la comedia la imposibilidad de una relación estable entre el dinero y la diversión. Cuando el dinero sube a bordo... la última parada se llama "Muy Aburrido". Todos los cómicos nos subimos al escenario por primera vez como amateurs, defendiendo un texto con uñas y dientes con el único objetivo de hacer reír... ese es el espíritu "olímpico" de los comienzos. Buscamos reconocimiento, una corona de pino o laurel que puedas algún día enseñarle a tus hijos. El problema es que de repente un día dejas tu curro para dedicarte profesionalmente a la comedia. Ahora ya no se trata solamente de hacer reir: necesitas ganar dinero. El espíritu "olímpico" se ha perdido. De repente te ves a ti mismo en un escenario haciendo chistes de pollas y de la guardia civil, el camino más fácil para recibir la corona de billetes que te espera al otro lado de la barra. El dueño está contento: "menos mal, el anterior cómico nos soltó un rollo.... lo tuyo de la guardia civil y la parte en la que te deja tu novia nos ha encantao". Coges el dinero y al hotel. Muy "profesional", muy poco "olímpico"..... MUY ABURRIDO.

¿Y cual es la solución? Supongo que un cómico al que le toque la lotería lo tiene hecho. Pero para los demás... todo se trata de esperar a que llegue ese momento en el que empiezas a prostituir tus ideas para sacar más beneficio económico de tu acto... ese es el momento en el que has de pensar: "¿de verdad estoy aquí por dinero?" Si la respuesta es sí... perfecto, adelante, sigue con tu bloque de relaciones sexuales, porros y controles de alcoholemia. Si la respuesta es no... es que quizás nunca debiste de haber abandonado "Los Juegos Olímpicos del Humor", pero quizás ya sea tarde... quizás ya tienes las garras del dinero en los huevos... entonces ya sabes: ¡sexo, drogas y autoridad policial! ¡Sé un profesional!

No quiero que se me malinterprete. No estoy diciendo que tópicos como los mencionados (la guardia civil o las pollas, hablando en plata) sean incompatibles con humor de calidad. Se puede ser original en el modo de abarcar un tema, y en muchas ocasiones el mérito es doble cuando se consigue sacar una rutina excelente de un tópico muy trillado. Simplemente trataba de alertar sobre la tentación de caer en lo fácil\efectivo cuando el dinero anda de por medio. Un buen ejemplo de extraer de un tópico muy usado un bloque original es esta rutina que Jim Jeffries grabó en Comedy Central sobre la religión, un tema muy manido en U.S.A:

martes, 1 de febrero de 2011

Gala Solidaria de Cómicos Gallegos (Sábado 5 Febrero, A Coruña)

Por segundo año consecutivo nos juntamos algunos cómicos gallegos en el Palacio de la Ópera de A Coruña con motivo de un acto solidario. En este caso el proyecto Hambre Cero de Intermón Oxfarm para Tanzania. Este proyecto se centra en diversificar los medios de vida de los pequeños productores y productoras de Tanzania con productos más favorables al clima y así mejorar sus capacidades productivas para que puedan generar ingresos de forma estable.

Este año la gala será el Sábado 5 de Febrero a las 19:30h y contará con las actuaciones de: David Amor, Gari, Isabel Risco, Marta Lado, Oswaldo Digón, Rober Bodegas y un servidor. Será presentada por Belén Regueira.

El precio de las entradas es de 10€ que son íntegramente para el proyecto Hambre Cero de Intermon Oxfarm para Tanzania. Las podéis adquirir en el kiosco de la Plaza de Ourense, en la web www.servinova.es o en la taquilla del Palacio de la Ópera el mismo día de la actuación (aunque yo no me la jugaría... el año pasado se completó el aforo varias horas antes del comienzo...).

Ya sabes: ven, échate unas risas y únete a la lucha contra el hambre en Tanzania!!



Y sí, os pido disculpas por lo mal atendida que tengo la web últimamente pero los proyectos se me acumulan y no tengo tiempo para los posts!!!

En compensación os dejo esta brillante rutina del cómico irlandés Dave Allen, en la que nos habla de su tierna infancia, en concreto el primer contacto que tuvo con la Iglesia cuando de niño le enviaron a un colegio de monjas...