viernes, 12 de noviembre de 2010
La Crisis
No es ningún secreto que vivimos malos tiempos. Familiares, amigos, todos conocemos personas cercanas a nosotros que viven momentos difíciles. Están en paro, tienen hipotecas que pagar y ninguna confianza en que la situación vaya a mejorar. Yo mismo, en algunos locales a los que he acudido, he visto la ansiedad desde el escenario. Hablo de ese dueño del local, pendiente del espectáculo pero con el rabillo del ojo clavado en la puerta, con la esperanza de que entre alguien más. Ese local, hace años, estaba lleno cada noche de monólogos. Ahora lo pueblan 20 personas repartidas en 4 mesas con refrescos y botellines de agua mineral. Pronto habrá desaparecido... otro templo del humor sepultado por la debacle financiera. Mantengo la convicción de que siempre habrá otro sitio al que ir. Porque realmente creo que el humor es necesario, y mucho más en los tiempos que corren. Jim Carrey, en una conferencia, hacía referencia a Buda: “el sentido de la vida es aliviar sufrimiento, propio o ajeno”. Eso coloca a los cómicos en buen lugar, creo yo. Más de una vez, como a muchos de mis compañeros, tras una función alguien se ha acercado a decirme que estaba pasando un mal momento, pero que esa noche había conseguido por lo menos reírse un poco. Qué sensación más extraña el sentirte orgulloso y apenado a la vez. Pero sobre todo cabreado, muy cabreado. No es justo que estén pagando justos por pecadores. Mientras los culpables, los banqueros, ya están de vuelta en sus yates y fiestas privadas (o incluso comprando otros bancos, como Botín en Polonia), los trabajadores (o debería decir ex-trabajadores) se apilan en interminables filas a las puertas de comedores benéficos y albergues de caridad. ¿Hasta cuando podrán exprimir nuestra paciencia? ¿Cómo es posible que hayan especulado con nuestro futuro, con el pan de nuestros hijos? Es el negocio del trueque de sueños por petróleo, de hogares por paraísos fiscales, en el que unos ganan o ganan, y otros empatan o pierden. Y ni siquiera han de temer que todo ese sufrimiento pueda tornarse en odio o venganza, lejos quedan los tiempos de las revoluciones sociales, pues siempre puedes adormilar los instintos del ser humano con una buena adoctrinación y embobamiento televisivo. Son ellos los que generan temor entre nosotros, con guerras contra enemigos invisibles, epidemias que no infectan a nadie. ¿Hasta cuando? ¿Cuanto tiempo nos mantendrán dormidos? Si yo fuera uno de ellos no las tendría todas conmigo. Un buen día desenchufaremos nuestros cerebros del devorador de sentimientos que maneja esta red multimedia de mentiras, falsos peligros y vanas esperanzas. Un buen día se acabarán los tiempos del Ferrari y el jacuzzi a cambio de hambre y guerra. Y ese día la ansiedad y el temor invadirá las caras de los que siempre rieron. Disfrutad lo que os queda mandamases... porque os queda poco.
Y para mayor comprensión de la “lógica” del sistema financiero, esta rutina del cómico Louis CK, un simpático norteamericano, de ascendencia irlandesa y mejicana, que en 2008 fue nominado a los premios Emmy por su espectáculo “Chewed up”.
***El enlace va un poco "raro", si os da problemas, ya sabeis, doble click encima y lo veis en otra ventana. Así funciona. ¿Por qué? Ni puta idea...
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